viernes, 5 de febrero de 2010

Haití: un dramático recordatorio de la fragilidad y la grandeza humana

Carlos Zarco
La magnitud de la tragedia de Haití y su significado nos ha exigido atención y una urgente invitación a la solidaridad. Un terremoto de 7.3 grados devastó la capital de un país que antes había sido devastado por el colonialismo francés, por el dominio norteamericano y por una larga dictadura. Todos estos años de dominación hicieron de Haití el país más pobre y con mayores índices de analfabetismo del hemisferio occidental.

A 14 días del terremoto, seguiremos recibiendo las estadísticas de la muerte y el sufrimiento.
En medio de la tragedia y la desesperación surgió el vandalismo y afloró la fragmentación del tejido social. Haití ha tenido dificultades para conformar un gobierno y un proyecto político como nación. Los 54 partidos políticos con que cuenta son una expresión de la dificultad para construir consensos. De ahí también la complejidad para enfrentar este desastre natural y social.

Haití, como país, es una expresión dramática de estado fallido, de la ruptura de tejido social que provoca la pobreza, de la carga que representa el analfabetismo y la falta de educación básica, de la ausencia de canales institucionales, de la concentración de la riqueza en unos cuantos, de la corrupción. Todos estos males que aquejan a otros países, en grados diversos, nos recuerdan la fragilidad de nuestros sistemas políticos y de nuestros pactos nacionales. La pobreza, volvemos a comprobarlo, es una amenaza para toda la sociedad y hoy, en un mundo crecientemente interdependiente, es una amenaza global.

Frente a la catástrofe humanitaria emergió una solidaridad global pocas veces vista. Ahora vendrá el desafío de la reconstrucción y el compromiso de la comunidad internacional más allá de estos días de emergencia. Vendrá la oportunidad de contribuir a fortalecer las capacidades de organización y toma de decisiones de los propios haitianos.

En Oxfam, que ha colaborado en Haití, con proyectos de asistencia y desarrollo, desde hace 30 años, además de la respuesta humanitaria de estos días que ha movilizado a más de 200 colegas, se están centrando los esfuerzos en crear condiciones para la etapa de la reconstrucción que exigirá acciones de mediano y largo plazo.

Por ello hemos pedido a los países donantes que se cancele la deuda externa de 890 millones de dólares de Haití. Que el préstamo que el FMI piensa dar de 100 millones se convierta en una subvención. Proponemos que se invierta en fortalecer a los pequeños agricultores para superar la dependencia alimentaria del país; que se colabore para el uso de energías alternativas; que se canalicen recursos directos a las familias más necesitadas para activar los mercados locales; que se fomenten esquemas de cooperación entre la sociedad civil y el gobierno en Haití para que definan sus planes de reconstrucción.

Además de salvar las vidas de hoy, tenemos que contribuir a mejorar las vidas de mañana. Haití, expresión de la fragilidad y la grandeza humana, puede emerger de las ruinas con un proyecto propio de inclusión y justicia social.

Desde Oxfam seguiremos colaborando para que eso suceda.
Muchas gracias.

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