miércoles, 18 de noviembre de 2009

5 nudos que estrangulan a México. Nudo 4: la partidocracia.




En las últimas semanas dedicamos nuestro ejercicio de reflexión a identificar los nudos que ahogan las posibilidades de futuro de México. Ya hemos mencionado a los monopolios económicos, los sindicatos corporativos y el poder feudal de los gobernadores.

El cuarto nudo que impide el avance a la democracia en nuestro país son los partidos políticos que, por su forma de actuar, se han convertido en una partidocracia con privilegios, con pactos entre ellos para preservarse y, en la mayoría de los casos, actuando de espaldas a sus electores y traicionando las aspiraciones de la ciudadanía.

No hay duda: los partidos políticos son organizaciones necesarias en una democracia porque en teoría son portadoras de proyectos de nación y de políticas públicas y su tarea, ya como servidores públicos, es la de garantizar la gobernabilidad y la construcción de consensos para preservar el bien común, como sucede en muchos países.

En México sin embargo, los partidos se han convertido en grupos de control político, maquinarias publicitarias en tiempos de elecciones y, en varios casos, verdaderos negocios familiares y de grupos de amigos.

El dinero que reciben del gasto público es exhorbitante:. Para el 2010 recibirán 3 mil millones de pesos, contrario a lo que ha sucedido en otros rubros del presupuesto de egresos como la educación, la salud y la inversión en el campo, en donde por el contrario hay recortes.

Ya en el poder, como funcionarios o como legisladores, olvidan sus plataformas electorales y anteponen sus privilegios e intereses de grupo como lo hemos visto en los casos del Instituto Federal Electoral, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública.

Todo esto nos ha llevado a una profunda crisis de credibilidad en la democracia representativa en nuestro país. El actual presidente gobierna con el 16% del voto popular; muchos legisladores tienen menos del 10% del voto y los plurinominales que ni siquiera se exponen al electorado, tienen garantizado un puesto, muy buen sueldo y prestaciones, independientemente de su trayectoria política y profesional. ¿Buen negocio no?

Por salud mental y consuelo, hay que señalar que hay excepciones: políticos honestos, verdaderamente preocupados por el futuro del país, pero unas cuantas golondrinas no hacen que el invierno se convierta en verano.

Frente a esto, la ciudadanía ha puesto la mira en la búsqueda de alternativas para organizar el sistema de partidos de otra manera.

Ya hay muchas propuestas bajo el gran objetivo de la reforma del Estado como la campaña “ya bájenle”, promovida por diversas agrupaciones y personalidades, con el objetivo de que se hagan los cambios legales necesarios para disminuir el financiamiento público a los partidos.

El movimiento que promovió la anulación del voto, hoy articulado en la Alianza Nacional Ciudadana, ha planteado la necesidad de candidaturas ciudadanas y mecanismos de democracia directa como el referéndum, y múltiples organizaciones ciudadanas están empujando acciones por la transparencia y rendición de cuentas a nivel municipal y estatal.

Los cambios difícilmente vendrán de la clase política enquistada en la partidocracia, pero ya está corriendo la energía ciudadana para empujar los cambios y recuperar la posibilidad de tener verdaderos partidos políticos que luchen por una mayor distribución del poder, la riqueza y por gobiernos que le den rumbo a este país que se encuentra a la deriva.

Muchas gracias

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