miércoles, 9 de septiembre de 2009


DE LA VIA PUBLICA A LA VIA LACTEA, PASANDO POR PINO SUAREZ…

Cuando alguien les preguntó si alguna vez habían entrado a algún museo, sólo cuatro levantaron la mano… pero sólo para hacer las labores de limpieza. Para el resto de ellas, fue su primera vez.

Ataviadas con sus uniformes color verde y naranja, de ese color chillante que se utiliza para que las puedan identificar fácilmente, de cerca y de lejos, un nutrido grupo de mujeres trabajadoras del servicio público de limpia del gobierno capitalino, llegaron a bordo de dos camiones al Universum, al Museo de las Ciencias de la UNAM.

Con su peculiar estilo, ese que les da la identidad de ser mujeres de barrio, de las colonias populares del Centro Histórico, se autonombraron en dos grupos: “las chichonas” y las “nalgonas”, características físicas que pudieron reforzar con los globos que llevaban para festejar su visita al Museo.

Llegaron cantando y “echando relajo” en tono de reclamo, porque según Pilar Muriedas, coordinadora de este proyecto, que pretende acercar a las mujeres del servicio público de limpieza a la cultura y la ciencia, el director del Universum, René Drucker, no autorizó la utilización de los pases de cortesía para la entrada de estas mujeres.

“Una pequeña dosis de respeto al derecho a la cultura y al conocimiento científico, para las mujeres trabajadoras”, se podía leer en el cartel que llevaban, y en el que pusieron sus firmas para hacerle saber a René Drucker su inconformidad.

Y pese a sus reclamos, la organización que encabeza este proyecto, tuvo que comprar las entradas de todas, para que pudieran apreciar las distintas salas y exposiciones del Universum.

Algunas con asombro, otras más bien con aburrimiento, escucharon la información y las recomendaciones de los jóvenes estudiantes que son contratados por el Museo para hacer las visitas guiadas al público en general.

Para desilusión de las organizadoras, muchas de ellas no apreciaron tanto el haberlas acercado a la ciencia, si no el haber contado al menos con un día libre; libre de barrer las toneladas y toneladas de basura y desperdicios que dejan todos aquellos que trabajan o caminan por las calles del Centro Histórico.

Cada una tiene un sin fin de historias que contar. Las propias y las de otros, como por ejemplo, la de aquella que encontró un gran ramo de flores, “casi nuevo”, -dice ella-, en un bote de basura, que le sirvió para “hacerse las ilusiones” de que “alguien” las había puesto allí para ella.


Conoce más del proyecto:

“De la Vía Pública a la Vía Láctea, pasando por Pino Suárez, Diálogo con Trabajadoras del Servicio de Limpia del Centro Histórico”.

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